martes, 23 de febrero de 2016

Arriesgar

Hay algo de lo que estoy segura
ya no viviré con la duda 

He saltado sin cuerda,
sin remover el motivo
me he tirado por el precipicio 

Pero no he buscado un fuerte impacto 
he buscado un colchón o quizá
unos brazos

No huía del destino,
intentaba reconducirlo
elegirlo, manejarlo, 
hacerlo mío 

He arriesgado y no sé si ganaré 
o si por el contrario 
perderé

Lo que sí es seguro 
es que aprenderé 
¿y si algo sale mal?
Lo volveré a intentar

viernes, 19 de febrero de 2016

Mundo en guerra

Desde hace un tiempo analizo el lugar en el que vivo desde una perspectiva muy simple, ¿traería un hijo a este mundo? La respuesta es breve y sencilla, no. 

No, porque éste es un mundo convulso, un mundo en guerra pero una guerra en la que las palabras se han convertido en bombas, en puñales que se clavan en espaldas, provocando heridas que se ulceran y no cierran, cicatrices para siempre. 

Con ello me refiero a que la etiqueta predomina, desde que naces hasta que mueres; desde ese preciso instante en que le dicen a tu madre  "ha traído usted al mundo a una niña" y es que esa es tu primera etiqueta y la que, en definitiva, condicionará tu vida (desgraciadamente), no se te ocurra intentar cambiarla, es inamovible. A lo largo de tu crecimiento y maduración te agujerean para colocar otras hasta llegar a una determinante: "a ti, ¿qué te gusta?"- aunque dejémonos de eufemismos en un mundo sin tapujos, la pregunta que se hace es "bueno y a ti, ¿qué te va?, ¿la carne o el pescado?"- y aquí empiezan los problemas, porque si te declaras homosexual no sólo estás condenada a llevar una etiqueta, es que te piden cita en un estudio de tatuajes para que lo lleves en la frente, para que quedes marcada como el ganado y se te pueda identificar fácilmente. Mientras tanto, ya te han tachado de gorda por llevar una 40 y se han sentido culpables, incluso han llorado al darse cuenta de que has terminado en un psiquiátrico por trastornos alimenticios y no sólo eso, sino que proclaman su opinión en contra del maltrato psicológico por todas sus redes sociales; te etiquetan como la "empollona" y te utilizan para su propio interés porque como persona no vales una mierda, sólo les interesan tus ejercicios y que les ayudes a aprobar el examen y, entonces, cuando manifiestas que has sufrido bullying, nadie se da por aludido y sueltan la típica frase de "pues a mí no me lo parece, es una exagerada". 

Eres mujer (no lo olvides), no se te ocurra querer a quien quieras cuando quieras porque te marcaran con una X como la guarra del grupo (incluso tus propias amigas lo harán), pero tampoco se te ocurra no querer estar con nadie porque serás la aburrida, la mojigata y a la que no quiere nadie; no decidas cómo quieres vestir, porque serás la rara pero tampoco sigas modas, serás "como todas"- como si fuésemos una pila de jerséis del mismo modelo...

Y así con todo, tienes que estar definida y catalogada en todos los aspectos de tu vida para que este mundo de lanzas, te pueda criticar y si no lo haces, te criticarán (igual) por ir en contra de lo que se considera "normal". 

Dije en una de mis primeras entradas que vivir era "nacer, sentir, crecer, sentir, quizá reproducirse, sentir, morir y que otros sientan por ti", pues ahora creo que vivir es sinónimo de luchar y luchar, sobre todo, contra una sociedad opresora, luchar para vivir la vida que quieres, vivir sin que nadie la condicione y que las etiquetas que lleves colgando sean porque quieras, porque esas no pesan, porque esas no te hacen caer, porque esas te definen como persona y no como un borrego de esta sociedad patriarcal. 




martes, 16 de febrero de 2016

Sin rumbo y en silencio


Si mañana fuese nuestro último día
Abrázame
Fuerte
Y
No me sueltes...

Respira sobre mi cuello
susurra a mi oído
calla mis palabras

Olvida la dirección que marca
la aguja de nuestra brújula
porque mira, 
nos hemos perdido
en el ritmo de nuestras manos,
hemos dejado que escriban la letra
que acompaña la armonía de nuestras miradas

Déjalas que abran puertas, 
desborden ríos
originen valles y 
levanten montañas 

Olvida todo lo que hemos vivido
aunque sea por un instante,
 deja
que esta última noche
volemos, 
a ninguna parte


domingo, 14 de febrero de 2016

San Consumir

"Te quiero tanto".- decía con el regalo en la mano... 

Observaba cómo aquella pareja se deshacía en elogios mientras intercambiaban presentes. Un halo de amor había invadido el universo aquel 14 de febrero, como todos los años. Pensó si habría algo tras ese derroche de amor material y se dio cuenta de que ahora, se valora más una caja con lazo que un abrazo. 

Le daba pena pensar que el amor  también había quedado supeditado al consumismo y que se había adoptado como costumbre demostrarlo a través de algo tan simple, efímero y carente de valor, como el dinero. 

¿Dónde han quedado los detalles a destiempo, esos que no tienen círculo rojo en el calendario, las sorpresas, los abrazos sinceros y los "te quiero" con sentido, sin regalos en la mano? 

¿Dónde han quedado las promesas de futuro sin tener que deshacer un lazo?

Se dio cuenta de que se había perdido la costumbre de la voluntariedad para dejar paso a la opinión de las masas; porque si no regalas en San Consumir, es que no quieres lo suficiente, pero si lo haces sin motivo aparente, es que eres demasiado romántico... 

Concluyó aquella pequeña reflexión afirmando que si alguien estuviese en su vida aquel 14 de febrero le daría un fuerte abrazo como si fuese 4 de enero, 21 de marzo o de abril, 19 de mayo, 12 de junio, 3 de julio, 6 de agosto, 9 de septiembre, 24 de octubre, 17 de noviembre o 31 de diciembre...Un abrazo sin "te quiero" porque esas dos palabras carecerían de sentido, porque dos palabras no recogerían ni la mitad de sus sentimientos... 

viernes, 5 de febrero de 2016

Te marchaste... Dejando huella

Fuiste mi pasaje favorito,
mi personaje preferido

Encajabas en mi tiempo,
en mi espacio

No era el sonido de tus cuerdas vocales,
eran tus miradas 
fijas o perdidas 
las que decían más
que el movimiento de tus labios 

Eras capaz de calmar mis tempestades 
y la verdad, es que no sé
cómo aguantabas todas y 
cada una de mis imperfecciones 

Pensaba que eras el paraíso, 
el cielo estrellado que las farolas esconden 
que eras para siempre, 
como un poema de Bécquer 

Todavía hoy me pregunto 
por qué llegué a leer la última página
de la novela en la que eras protagonista...

Y aunque he intentado evitarlo, 
ocupas un preciado lugar
en esta estantería que llamo
vida.