miércoles, 18 de mayo de 2016

Pétalos y espinas

Se levantó como cada mañana dispuesta a emprender aquella jornada, pero era uno de esos días en los que las piezas no encajan desde que se pone un pie en el suelo. 

Salió de casa pensando en las horas de estudio que le esperaban y abstraída en sus pensamientos cogió el autobús en dirección errónea. 

Tuvo que correr.

Todo le hacía presagiar que una mala noticia acontecería en breve y aunque intentaba hacerse a la idea de que en cualquier momento su rutina daría un vuelco, jamás lo imaginó de esa forma. 

Se había terminado.

Le había puesto fin de la forma más insensible y cruel, un simple mensaje había acabado con todo un año. La montaña rusa de su relación había colgado el cartel de cerrado por avería.

Aquella mañana no sabía lo que el día iba a depararla y tampoco sabía que en la vida todo pasa por un motivo. 

Porque a veces perder autobuses y correr detrás de ellos sólo es sinónimo de dolor mientras que subirse a uno desconocido puede hacer que todo recobre sentido. 

Pero, sobre todo, no sabía que la vida siempre se guarda un as bajo la manga y que en el largo camino de piedras, de vez en cuando aparece una rosa que a pesar de tener espinas y correr el riesgo de poder pincharse, merece la pena admirar. 


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